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A pesar de que en algunos medios se hace hincapié en el aspecto de la roca, al que algunos describren como una miniatura de la gran pirámide de Guiza, lo cierto es que este tipo de forma no resulta extraña en Marte.
John Grontzinger, científico del proyecto, afirma que su forma se debe a la erosión del viento. El equipo ha bautizado a la roca con el nombre de Jake Matijevin, un homenaje a un ingeniero de la NASA fallecido el pasado 20 de agosto a los 64 años de edad.
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El brazo robótico del Curiosity porta un espectrómetro con el que los científicos analizarán la composición química de la roca, así como lentes de aumento para capturar imágenes de proximidad a buena resolución. Las pruebas durarán unos tres o cuatro días.
Desde su llegada al planeta rojo, el rover de la NASA ha recorrido ya casi 300 metros sobre la superficie del Crater Gale, y esto no ha hecho más que empezar. Cuenta con 10 aparatos científicos a bordo, y seguro que hay oportunidades para usarlos todos.
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